Todo el equipo es necesario. Nadie es imprescindible I
abril 6, 2021
Tal vez consideres que esto que te comento es de Perogrullo. Algo de sentido común. O tal vez opines absolutamente lo contrario: que existen personas que son absolutamente imprescindibles y otras que prefieres que no estén en tu equipo. Para mí, el título de este artículo es un valor escondido en una frase: solidaridad. Y además, algo que, bajo mi experiencia, equilibra y vertebra eficientemente los equipos.
Posiblemente, es algo que aprendí en los deportes de equipo. A pesar de que ahora estemos influenciados por la estructura individualista de la NBA, la mayoría de los equipos que triunfan (y es ahí donde España muchas veces se lleva la palma), el éxito es un equilibrio entre estrellas que no se sienten imprescindibles y secundarios que se sienten fundamentales. Es lo que llamamos éxito en la gestión de equipos. Un concepto muy utilizado pero poco aplicado.
Todas las personas son necesarias en un equipo
¿Cómo podemos lograr este sentimiento? La primera respuesta sería con paciencia, análisis y probando ¿De qué manera podemos acelerarlo? Encontrando el lugar adecuado para cada persona. Veamos un ejemplo: hace ya algún tiempo fui responsable de un taller en donde trabajaban 11 personas. En éste convivían electricistas, carpinteros, soldadores, montadores y hasta un conductor. Como ves una suerte de equipo variado.
En este equipo había un profesional (llamémosle Jorge) que en casos de presión era poco cuidadoso con su trabajo. Lo cual producía que la mayoría de los Project Managers siempre pidieran trabajar con sus compañeros en vez de con él. Jorge, evidentemente, empezó a darse cuenta de éste detalle. Se notaba que era algo que le hacía sentir mal y reducía aún más la calidad de su trabajo.
Tras observarle algún tiempo me di cuenta que, a pesar de este hándicap, era una persona especialmente ordenada, siempre dispuesta y hábil para echar una mano a cualquiera de las otras áreas y seguramente el profesional que mejor manejaba el toro en todo el taller. ¿Estábamos utilizando correctamente a éste compañero?
En aquel entonces, como responsable del taller, tenía una serie de necesidades. Aunque solicitaba continuamente un mayor nivel de orden, debido a la fuerte presión de los trabajos no lograba disciplina con este tema. Además, las solicitudes y urgencias de última hora nos obligaba a cambiar continuamente los equipos, lo cual, repercutía negativamente en los ritmos de trabajo. Y, por último, cada vez que había una descarga de un camión tenía que estar buscando debajo de las piedras qué profesional se podía hacer cargo de esta cuestión.
Al final, encontramos la solución: liberamos a Jorge una parte importante de sus horas semanales de trabajo en un proyecto determinado. “¡Pero qué derroche de recursos!” pensarás. Todo lo contrario. Funcionó perfectamente. Veámoslo:
- Su capacidad para adaptarse a otros trabajos vino de maravilla. Las urgencias las tapábamos asignándole todas las semanas al equipo que más recursos necesitaba. Al final, el 85% de las necesidades las cubríamos con él. Al no modificar continuamente los equipos los rendimientos aumentaron logrando acabar los trabajo a tiempo y reduciendo así las urgencias.
- Las horas que aún tenía libres las destinamos al orden y limpieza del taller. Esto resultaba fundamental debido a las reducidas capacidades del mismo. Como resultado las herramientas siempre estaban en su sitio y el material se encontraba con facilidad. En el almacén, se localizaban las necesidades rápidamente. Y los compañeros, en vez de despreocuparse aún más, empezaron a dejar sus espacios de trabajo más ordenados. Hasta los clientes que visitaban el espacio notaron esta mejoría.
- Aumento de rendimientos en las descargas: como os decía, esta persona manejaba el toro con suma facilidad. Así que descargaba, ordenaba y limpiaba. Ya no hacía falta estar buscando personal para hacerlo. ¿Resultado? De nuevo, aumento de rendimiento en los equipos.
Por otro lado, veamos los resultado desde un punto de vista psicológico:
- Para Jorge, el verse necesario continuamente, pero sin la presión de tener al PM directamente encima le liberó, sintiéndose mejor y empezando a recibir reconocimientos por la mejoría en la calidad de su trabajo.
- Los equipos, viendo que no tenían que estar dejando sus temas para apoyar a compañeros sintieron un mayor orden en el trabajo (además de orden del taller), aumentando la autoestima como equipo y el ambiente de trabajo.
- En lo que a mí respecta. El equipo, al ver que se lograba un mayor orden en el taller y en los trabajos sin necesidad de presionarles, me otorgaron un mayor liderazgo y respeto. Por lo que mi trabajo se tornó más sencillo. Que un veterano te suelte un: “Oye, me gusta lo que estás haciendo con el taller” ha sido una de esas frases guardadas en mi corazón profesional.
Como veis, el “todas las personas son necesarias” en este caso generó un ambiente win5 (win a la quinta). Ganamos Jorge, el equipo y yo como responsable. Ganó la empresa con mejora de eficiencia y rendimiento y evidentemente nuestros clientes.
Queda la segunda parte del título. El próximo días os explico el sentimiento de “nadie es imprescindible”.